O cuando la revolución digital va más allá de la tecnología.

Hoy queremos hablar de dos proyectos de éxito basados en la cultura de la colaboración en red, y en los cuales la empatía y la generosidad van por delante de plugins o apps. Café Pendiente y Good Gym.

Café Pendiente, o Caffé Sospeso, nació en Napolés en 2008. Consiste en una cadena solidaria de consumiciones de café. Una persona toma un café en una cafetería y deja otro café pagado para que lo consuma, cuando sea, otra persona sin recursos económicos. Un pequeño respiro en medio del estrés diario. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, pero fue en 2008, en pleno auge de las redes sociales, cuando estas se encargaron de convertir una tradición de más de 100 años en tendencia digital. Hoy son ya varios los países, en diferentes partes del mundo, que cuentan con cafeterías en las que sus clientes, además de un café corto, largo o con leche, pueden pedir y disfrutar de un café pendiente que pagó antes de forma anónima otro consumidor.

Good Gym nació en Londres en 2009 con un lema: Do good, get fit. El objetivo es mantenerse en forma mejorando la calidad de vida de las personas mayores. Es decir, son un grupo de corredores que hacen ejercicio al mismo tiempo que ayudan a miembros de su comunidad con problemas de movilidad. Les hacen la compra, un recado o les bajan la basura. Un concepto innovador y todo un reto cuyas actividades y horarios se planifican íntegramente a través de su web y se dan a conocer en Facebook.

Un café pendiente. Un gimnasio bueno. Parece que, cuando hay creatividad, la frialdad de la tecnología se lleva bien con el calor humano.

Nos gustaría que esto fuese el principio de una bonita amistad.

 

 

 

Foto: Raúl Pontones.