Hace un año se celebró en el CCCB una magnífica exposición, “+Humanos. El futuro de nuestra especie”, de la que ya hablamos en su momento en el blog de Maria Barcelona. En la exposición nos llamó mucho la atención una escultura: un busto cibernético de un artista y activista llamado Neil Harbisson. La escultura estaba conectada al artista a través de unos sensores capaces de captar datos en tiempo real y transmitirlos a su cerebro, sin necesidad de compartir el mismo espacio físico.

Doce meses más tarde, hace justamente una semana, volvimos a tener noticias de Neil Harbisson. Le entrevistaban en televisión, en un nuevo programa de cultura digital: Tips. En ese momento decidimos que ya iba siendo hora de que en Maria Barcelona hiciésemos un post sobre la primera persona reconocida legalmente como cíborg por un gobierno, el de Reino Unido.

Porque eso es lo que es Neil Harbisson: un cíborg que sueña con un mundo de cíborgs. Desde 2004 lleva implantada en su cabeza una antena que le permite escuchar los colores. Nacido con una extraña deficiencia visual conocida como acromatopsia que significa que sólo puede ver en blanco y negro, decidió hace 12 años usar la tecnología no como herramienta, sino como un sentido, y se implantó esta antena que ya forma parte de su esqueleto y con la que traduce el color en sonido. Su objetivo: crear nuevos sentidos y ampliar la percepción de la realidad.

Su vida, desde que pensó en ponerle banda sonora al mundo, cambió radicalmente. Ahora entra en una galería de arte, por ejemplo, y escucha un Picasso en vez de limitarse a verlo. O compone una canción mirando en lugar de tocando. Harbisson, de nacionalidad británica pero que nació en Mataró y vive en Nueva York, se está planteando muy seriamente pedir además la nacionalidad sueca dado que los materiales implantados en su cabeza son suecos.

Creador de la Cyborg Foundation, que ayuda a los humanos a convertirse en cíborgs, puede percibir también colores imposibles para el ojo humano, como los infrarrojos y los ultravioletas. Y, al haber incorporado Internet y sensores de vibración a su antena puede, incluso, conectarse a satélites y descubrir algo que parece de ciencia ficción: los colores del espacio exterior.

“Si pensamos que el conocimiento proviene de nuestros sentidos,- dice Harbisson- y los ampliamos, como consecuencia estaremos ampliando nuestro conocimiento. Creo que la vida sería mucho más emocionante si dejásemos de crear aplicaciones para el móvil y empezásemos a crear aplicaciones para nuestro cuerpo.”

¿Será este el futuro de la humanidad? ¿Acabaremos siendo todos cíborgs?

La respuesta en un nuevo post dentro de 20 años, no os lo perdáis. Mientras tanto os dejamos con Björk y sus siempre poderosas imágenes de All is Full of Love.